El encuentro con el Coaching fue un amor a primera vista, en donde la
oferta formativa que me hicieron no resistía ningún análisis. Nada
podría impedir que me certificara (ni el tiempo para estudiar, ni el
dinero para financiar, etc). Yo me sentí coach del minuto cero, eso
no quiere decir que no tuve momentos de grandes crisis existenciales
en ambas certificaciones.
Lo que me mostraba el Coaching resonaba con mi alma, todo lo
que decían en la charla de presentación sentía que estaba hecho
para mí… todo me hacía sentido. Cabe decir que desde siempre
tuve una inquietud profunda por lo humano, me importaba que le
pasaba a las personas, me gustaba conversar con otros; tenía algo
que traigo puesto en alma, tengo la certeza de que
somos más que un cuerpo y eso hace habitar la vida de una manera
distinta, en donde las posibilidades son más de lo que creemos.
Yo creo que nací coach, no en vano el deporte desde donde surge el
coaching era mi hábitat favorito, primero fui jugador, desde muy
pequeño y luego; por cierto, derivé como entrenador y hasta el día de
hoy hago ciclismo de Gran Fondo, con la misma pasión que tenía
cuando jugaba básquetbol en las series inferiores. Hoy siento que
estoy donde me gusta estar al servicio desde un espacio que me
posibilita compartir desde mi coherencia, integridad y aprendizajes
de vida